El día estuvo desagradable, frío y lluvioso. Pero por algo la feria ganadera del Viernes de Dolores ha cumplido 116 años. La tradición es algo más que un grado en el mercado más popular de Llodio, abarrotado de nuevo ayer por miles de personas. A mediodía era muy complicado moverse entre los más de doscientos animales expuestos y la variedad de productos artesanos. Para los ganaderos, la lluvia no supuso un problema. «Estamos acostumbrados a trabajar al aire libre», recordaron varios asistentes.El llodiano Angel Urquijo acudió con tres ejemplares de vacuno mixto. Admitido que el trabajo es más sacrificado con las vacas de leche «porque las nuestras son de carne y las podemos dejar pastando», lamentó que «los precios tan bajos que nos pagan». La cita de Viernes de Dolores es para él una tradición arraigada. «Mis padres y mis abuelos también venían
martes, 17 de noviembre de 2009
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